
A pesar del largo historial que ostentan las entidades financieras, sobre todo en España, a la hora de embaucar a sus clientes, son muchos los usuarios que aún confían en su gestor bancario de confianza. La escasa educación financiera que reciben los consumidores a lo largo de los años ha propiciado que estos confíen de sobremanera en aquellos gestores de banca, que con cuello blanco, atienden tras una mesa con cita previa en la entidad financiera e incluso te llaman por teléfono si tienes banca electrónica.
No han sido suficientes las ventas de preferentes, las cláusulas abusivas en la contratación de hipotecas y los seguros de vida por precio triplicado a la oferta de mercado. El ciudadano medio sigue pensando que el gestor de la entidad bancaria a la que erróneamente ha confiado sus ahorros, es su amigo, una persona en la que puede confiar y cuyo asesoramiento es desinteresado.
No se percata el consumidor medio del conflicto de intereses que un empleado cualquiera de banca afronta a la hora de asesorar a un cliente. Por eso las entidades financieras no asesoran, más bien “ofrecen” y ahí está el matiz. Ese empleado cordial, dispuesto a mostrarnos una oportunidad de ahorrar mejor, a ofrecernos una hipoteca o un crédito personal y finalmente ofrecernos un producto de inversión para ayudarnos, es en realidad un comercial que sirve a los intereses de una central bancaria desde la que se gestiona la sucursal en la que desempeña sus funciones.
Ofrece aquello que tiene que ofrecer para lograr los objetivos de la entidad financiera y, además, si lo consigue, recibirá comisiones, complementos a su salario por productividad y, si convence lo suficiente, un ascenso o destino más agradable. Por lo tanto, en la mayoría, por no afirmar rotundamente en todas, de las ocasiones el producto que nos ofrezca a quien va a favorecer es a la entidad financiera y no a nosotros como consumidores y usuarios.
Baste como ejemplo las inversiones automatizadas y los fondos de inversión que hoy por hoy oferta la gran banca del selectivo español, sean aquellas que más comisiones y ventajas les generan a ellos como entidad, pero más deficitarios son para el cliente que acude a la sucursal, pues la mayoría de dichos fondos ni siquiera se acercan a la rentabilidad del índice al que se encuentran indexados.
¿Dónde encontrar asesoramiento financiero a la hora de invertir?
En la sociedad actual, no queda otra vía que el estudio y el aprendizaje, unido a la experiencia acumulada. Si un consumidor desea que sus ahorros no se vean abocados a la devaluación constante que sufre el sistema FIAT, debe esforzarse por estudiar y aprender, absorber todo el conocimiento financiero que el sistema educativo le ha negado, todo ello con el objeto de no sacrificar la riqueza acumulada fruto de su duro esfuerzo.
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